«Antes de estudiar en Musherrah, salía y me entretenía, pero la danza me cambió el sentido del entretenimiento: me hizo sentir más seguridad al bailar. Aprender una danza con disciplina y con ganas de aprender te hace mejorar en toda tu vida profesional y social, y físicamente te ayuda mucho a formar tu cuerpo y verte más femenina.
Al empezar, era muy tiesa y sin importar cómo me veía, las profesoras eran muy profesionales al evaluarme y me daban ánimo para continuar y practicar, eso me encantó y me emocionó. Me sorprendió la dedicación y las ganas de aprender que adquirí, lo mejor fue que terminé y me gradué.»

«Antes de estudiar en Musherrah no sabía lo que era tener una pasión por algo.
Para mí, Musherrah fue mi fuente de des-estrés en todo momento: era mi espacio, mi momento. Cada clase, cada ensayo, cada show, mejoraron mi vida llenándome de felicidad y alegría.»

«Yo siempre he amado la danza árabe, la amé desde que vi a Shakira bailando, eso creo que fue mi inspiración. Siento que estudiar en Musherrah transformó mi vida porque hacer lo que a uno le gusta, transforma; el seguir un sueño… y mi sueño era aprender a bailar danza árabe. Antes de Musherrah creo que no tenía ilusión, y después de Musherrah siento que tuve esa ilusión de aprender; ese sueño de aprender y de mejorar le dio más sentido a la vida.
Lo que más me sorprendió fue la disciplina, me sorprendió en lo positivo. Rescato para mi aprendizaje la organización, el orden, todo esto que había en Musherrah. Estoy muy feliz de haber estado en esa escuela.»

«Antes de estudiar en Musherrah estaba en la búsqueda de qué hacer con mi vida, necesitaba un espacio para mí y deseaba aprender danza árabe; en Musherrah lo encontré todo, conseguí la felicidad que estaba buscando. Mejoró mi seguridad, motricidad, flexibilidad y postura: aprendí a conectar la mente con el cuerpo y sentir cada movimiento que hacía, y aprendí que las limitaciones están sólo en nuestra mente -si puedes pensarlo, puedes lograrlo-, y aunque todavía me falta mucho en motricidad y postura, la diferencia desde el primer día es enorme.
Me sorprendió que tuvieran un pensum tan completo y exigente en teoría y práctica, lo minucioso de las explicaciones en cada paso, con ejercicios progresivos para aprender a hacer los movimientos; al principio me parecía que el pensum duraba mucho tiempo, y ahora entiendo que es al contrario, no alcanza el tiempo para tantos ritmos, estilos e instrumentos.
Ahora que soy madre entiendo lo importante que es jugar con los hijos: por temas económicos, mi mamá tenía dos trabajos y no tenía tiempo de jugar conmigo, y eso se reflejó en mis destrezas motrices, con Musherrah siento que volví atrás para cubrir esa carencia. Ahora me río pero al principio sufría con cada movimiento, giro o cruce que había que hacer, me parecían tan difíciles y no podía entender por qué a otras muchachas se les hacía más fácil; ahora, con las recomendaciones del neurólogo, pediatra y terapeuta ocupacional de mi hija entiendo qué me hizo falta de niña y lo importante que es desarrollar habilidades motrices y de danza.
La calidad humana tanto de las profesoras como de cada mujer que conocí fue sorprendente: a pesar de nuestras diferencias, nos acoplábamos no sólo para ejecutar una coreografía sino para ser nosotras mismas. En Musherrah te olvidas de todo, es lo que te dedicas a ti, a expresarte, aceptarte, quererte, el mejor regalo que como mujeres nos podemos hacer.»

«Desde pequeña estudié en otras escuelas de danzas con diferentes estilos, pertenecía a grupos de danza donde hacíamos presentaciones, bailaba y actuaba para obras teatrales. A los 10 años tenía la idea de emprender mi propia escuela, y a los 19 decidí formarme en un solo estilo: la danza árabe. A partir de allí busqué academias que formaran específicamente en esta disciplina, porque yo quería formarme para formar, y encontré Musherrah. Las elegí porque tenían un plan de formación y eso era lo que yo buscaba, para mí era importante aprender bien para yo poder enseñar bien. No busqué clases para relajarme, para divertirme o para hacer ejercicio, yo lo busqué con un motivo mayor y en el mercado eran, para mí, las únicas que podían ofrecerme eso.
Decidí quedarme por lo constante y cumplidoras que eran con las clases. Para mí eso era fundamental, porque yo desde pequeña he sido exigente conmigo misma y ver que mi escuela era lo mismo, para mí era estar en el lugar perfecto para sentir que aprendía y avanzaba, que no perdía el tiempo. Una escuela es para enseñar, no para enseñar a medias, y eso que buscaba lo conseguí en Musherrah.
Como emprendedora e investigadora de la mayoría de las escuelas de danza en Caracas (porque bailé en la mayoría de ellas), puedo dar testimonio de que Musherrah es una de las mejores escuelas de danza árabe en el país por el contenido, por la disciplina, y porque en general siempre buscan el crecimiento y excelencia. Si alguien me pregunta dónde tomar clases de danza árabe por primera vez, recomiendo Musherrah, porque sé que están comprometidas con el crecimiento y la mejora de su servicio para el bienestar de todas las mujeres.
Al terminar la formación salí satisfecha y feliz porque Musherrah me dio una base sobre la que pude desarrollarme más. Yo tengo una manera de expresarme y de enseñar muy diferente; sin embargo, la técnica y conocimientos que adquirí, me sirvieron para bailar y enseñar a futuras generaciones con buena base. Musherrah me dio una profesión y fue parte de un sueño que tenía de pequeña que era enseñar. Pude tener mis propias alumnas y explorar el ser profesora. Me dio amistades y momentos de diversión e inspiración en clases y en los espectáculos. Agradecida siempre. Una de las frases que yo digo como maestra es: «Lo bien aprendido nunca será olvidado», y en Musherrah Yo aprendí.»

“Siempre estuve en la búsqueda de una academia de danzas que estuviese bien sistematizada por niveles de dificultad y que fuese completa, con un pensum de estudio elaborado para estudiantes que se quieren formar como profesionales. Estuve un tiempo viendo clases de danzas árabes de forma arbitraria, hasta dar con la academia adecuada: Musherrah.
En general, siento que la danza influyó de manera positiva en mi autoestima, pues tomé más conciencia corporal.
Me sorprendió que en Musherrah se promueve el compañerismo, más que un espíritu de competencia entre las mismas estudiantes de un grupo; no hay favoritismo de las docentes con las alumnas y siempre hay un feedback para la mejora personal.”

“Antes de estudiar en Musherrah mi vida era un poco rutinaria: de la casa al trabajo, trabajo a la universidad y así, no tenía algo que me emocionara. Estar en Musherrah hizo que ganara confianza en mí, que aprendiera a bailar danza árabe, que conociera muchas mujeres hermosas y ayudó a hacer mis días más entretenidos.
Lo que más me sorprendió fue ver a mujeres de distintas edades acoplarse de una forma tan natural, como si se conocieran de toda la vida, y descubrir que más allá de que la danza para mí era un hobby, podía poner en práctica los movimientos en el día a día; por ejemplo, cuando di a luz a mi hija, hacer ondas me ayudó a calmar los dolores.”
